Todo comienza con el cine mudo. Los primeros directores jugaban con la foto en movimiento, haciéndonos llegar los sentimientos a través de la imagen, sólo la imagen. Contaban historias sencillas, pero conseguían que sus intenciones llegasen al espectador.
Son muchas las películas que se rodaron durante los años del silencio: El Acorazado Potemkim, Metrópolis, El gabinete del doctor Caligari o Nosferatu, nos vienen a la mente cuando pensamos en aquellos años. Pero sin rascamos un poquito más, podemos encontrar cientos de historias que aún en nuestros días de locura, sonido estridente y sobreplanificación pueden movernos por dentro y hacer sonreir y llorar al verlas.
El ángel de la calle (1928) de Frank Borzage es una de las películas mudas realizadas en Hollywood mejor valoradas y que a mí, me ha robado el corazón. En ella se narra la historia de Angela, una joven napolitana que huyendo de la policía se enrola en un circo, en él conoce a Gino, un pintor del que se enamora. Juntos comienzan una nueva vida, sin embargo el pasado vuelve a Angela que tendrá que pagar una deuda injusta.
A través de pocos diálogos, una genial realización y gracias a la magistral interpretación de Janet Gaynor (ganadora de un Oscar por el film) nos emocionamos y sentimos la injusticia, el amor, el perdón...
Y mucho antes de todo esto... el cortometraje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario